La adolescencia es un proceso en el que adolescente se ve enfrentado, no únicamente a la necesidad de adaptarse psicológicamente a los cambios corporales, si no también a cambios profundos en lo que respecta a sus posibilidades afectivas, capacidades y sus perspectivas de futuro.
El adolescente ha de establecer una nueva manera de relacionarse con los padres de la infancia y con el mundo, despidiéndose de su identidad infantil. Fluctúa por lo tanto entre una dependencia y una independencia que sólo el logro de la madurez estabilizará y podrá dar paso al mundo adulto.
En este proceso, a veces doloroso, de búsqueda de una nueva identidad aparecen contradicciones, confusiones y ambivalencias donde predomina el miedo a desprenderse de lo conocido pero también el deseo de conquistar nuevas posibilidades.
No sólo el adolescente pasa por este proceso cambio, también los padres han de afrontar este periodo de verdadera revolución. Los progenitores viven la pérdida de la identidad de sus hijos como niños y la relación de dependencia infantil con ellos. Han de aceptar una nueva relación transitoria de ambivalencias y criticas, en las que su hijo/a les muestra versiones totalmente contradictorias sobre su madurez, capacidad, afectividad, comportamiento… hasta poder llegar a establecer finalmente un nueva relación con el hijo adulto.
En este proceso los adolescentes pueden presentar conflictos y malestar, que exteriorizan con cambios de humor, expresiones a través de la conducta, impulsividad, miedos, retraimiento u otras manifestaciones más o menos identificables.
Es importante intervenir en esta etapa tan permeable en la que su personalidad está terminándose de definir para, además de reducir o evitar el sufrimiento, promover y consolidar un desarrollo emocional adecuado.
En la psicoterapia con adolescentes, además de la palabra como vehiculizador fundamental, se pueden utilizar otras técnicas como el dibujo con fines diagnósticos y terapéuticos. A través del dibujo pueden expresar sus conflictos y comunicarse sobre ellos.
Un punto distintivo en el tratamiento con adolescentes es la relación con la familia. Aun teniendo muy presente la privacidad y confidencialidad con el menor, la inclusión de la familia en el tratamiento es imprescindible. Así mismo, si la problemática lo requiere, se hace necesaria la coordinación con otros profesionales implicados en su vida, cómo los de su entorno educativo u otros profesionales de las salud. En este proceso de maduración la actitud del mundo externo y su relación con él será decisiva para facilitar un crecimiento saludable.